Bicentenario (2): Revolución Mexicana ¿Qué Celebramos?
Al publicar esta entrada corro el riesgo de que el ‘politburó’ mexicano pida mi destierro o algo peor, pero a veces vale la pena romper mitos para provocar un cambio de mentalidad. Estoy seguro que somos miles los que hoy pensamos de esta forma.
El pasado viernes 20 de noviembre celebramos 99 años del inicio de la Revolución Mexicana y hoy nos preparamos para festejar en grande en 2010 el centenario de este movimiento.
Es fascinante estudiar la Historia, y la Revolución es definitivamente uno de los movimientos sociales más complejos e interesantes del siglo XX, con leyendas apasionantes y pasajes de heroísmo que resuenan hasta nuestros días; pero no perdamos la perspectiva: a un árbol debemos juzgarlo por sus frutos.
La Revolución Mexicana fue un proceso sumamente violento que tuvo un enorme costo para nuestro país. Retrasó el desarrollo económico de México en al menos 20 años y en algunas actividades, como la agricultura, durante un tiempo mucho mayor.
Además, provocó directa o indirectamente la muerte de alrededor de un millón de mexicanos –muchos por una epidemia de influenza porcina que se extendió gracias a las condiciones de insalubridad provocadas por la guerra-- en una población que en ese entonces apenas llegaba a los 10 millones.
El sacrificio habría valido la pena si el país hubiera mejorado significativamente. Pero lejos de mejorar la Revolución provocó en varios aspectos un retroceso económico, institucional y jurídico.
La Constitución de 1917, al ordenar una mayor intervención del Estado que la de 1857, hizo más difícil la inversión y la actividad económica. Además, después de tantas enmiendas, se ha convertido en un documento complicado y hasta contradictorio: un catálogo de utopías; y una constitución debe ser sencilla y clara para asegurarnos de que nuestras aspiraciones más básicas siempre se cumplan. La constitución debe incluir todo aquello que nadie nos puede arrebatar como ciudadanos.
En 1910 Estados Unidos tenía un ingreso promedio dos veces superior al mexicano; hoy esa brecha es de seis veces. No sabemos realmente qué porcentaje de la población mexicana vivía en la pobreza en 1910; pero sí sabemos que en el 2008 el 47% de los mexicanos estaba todavía en esa condición y que el 18% se encontraba en la miseria.
La pobreza extrema se ha concentrado en el campo en buena medida como consecuencia de un sistema ejidal de tenencia de la tierra que ha despojado a los campesinos de sus derechos de propiedad. El sistema político que surgió de la Revolución Mexicana, por otra parte, fue tan autoritario como el que mantuvo Porfirio Díaz entre 1880 y 1910.
Debemos reconocer, no obstante, que varias instituciones importantes que surgieron de la Revolución permanecen hasta nuestros días –y tal vez por esa misma razón, necesitan refundarse.
Debemos juzgar objetivamente a la Revolución de 1910. Tal vez habría sido mejor trabajar para fortalecer las bases del régimen liberal generado por la Constitución de 1857, pero “el hubiera no existe”, y la Historia tiene sus razones, pero hoy nuestra tarea es corregir los errores del pasado para construir un mejor futuro.